Encarni Zulueta |
el atardecer me llamó con mi primer nombre
y volvió mi cielo gris.
Cerré la puerta con llave
e incendié mi casa,
dije que no,
ya no estaba más.
Los espacios pequeños no cabían entre sí,
ya no había espacio para mí,
ni para mi pequeño dolor
que se había convertido en un monstruo,
insaciable,
devorándolo todo,
incluso mis pocas ganas de vivir.